
Esta mañana leía un post de mi querido Nacho Mühlemberg y me venía a la cabeza algo de lo que recientemente yo también me he dado cuenta:
No se puede ayudar a quien no quiere ser ayudado y solo cambia aquel que quiere cambiar por voluntad propia.
La motivación para pasar a la acción se encuentra siempre dentro y no fuera de nosotros, pero en esta sociedad cómoda y en esta cultura de la inmediatez que hemos construido, habitualmente esperamos que alguien (otro) venga con una solución mágica que nos resuelva los problemas de la vida.
A veces mi impulso natural también es tratar de ayudar, facilitar o resolver las cosas que yo veo con una claridad cristalina (siempre desde mis gafas, claro) porque cuando eres una persona empática y detectas sufrimiento, quieres aliviar o enseñar una manera para que esa persona pueda salir de ese bucle o situación.
Sin embargo, durante este año 2021 he aprendido (entre otras) estas dos cosas:

1. No prestes ayuda a quien no la pide – Muchas veces nos pensamos que sabemos mejor que el otro qué es lo que necesita sin darnos cuenta que, o bien esa persona siente y vive las cosas desde otro punto diferente y sus necesidades o enfoque para una misma situación es distinto al nuestro; o bien esa persona no quiere ser ayudada porque y en el fondo prefiere seguir estática, anclada en el victimismo, la queja o la pena.
Porque no nos engañemos, es mucho más cómodo instaurarse ahí, sin hacer nada y echando las culpas hacia fuera a los otros, a la vida…que tomar responsabilidad sobre como enfrentarnos a lo que nos ocurre y hacer lo-que-haga-falta para salir de ese lugar. Porque (alerta spoiler) ese lo-que-haga-falta seguramente conlleva cierto esfuerzo.
2. A menudo quien busca ayuda en realidad lo que busca es un mago con una varita que haga desaparecer los obstáculos del camino cuando, en realidad, no quiere cambiar. – Y como ya decía antes, el motor del cambio surge siempre de dentro. Desde fuera te pueden ayudar dándote enfoques diferentes, herramientas útiles, perspectivas más constructivas…pero si uno no decreta internamente que quiere cambiar y pone su voluntad en ello, nunca lo va a hacer, por más ayuda que reciba.
Si cuando brindas tu ayuda, después de rascar un rato y agotar muchos enfoques diversos, solo hay excusas cada vez más elaboradas que te llevan de vuelta al punto cero…amiga, esa persona no quiere ser ayudada. No quiere cambiar y lo único que busca son excusas nuevas para seguir instalado en esa queja victimista… y cómoda.
Ya lo decía alguien muy sabio (y anónimo):
“El que quiere, encuentra el modo; el que no, encuentra excusas.”
Y tú ¿buscas soluciones o buscas excusas?
Te leo.