
Mi nombre es Laura y si has llegado hasta aquí es por que tienes curiosidad por saber algo de mí.
Soy una mente inquieta – y bastante culo inquieto también – que nunca se cansa de aprender y descubrir cosas nuevas. Ni de viajar y conocer personas que amplíen aún más mis horizontes.
Nunca me ha gustado definirme en pocas palabras, porque considero que las etiquetas nos encasillan y si eres una cosa, no puedes ser la contraria, sin embargo muchas veces somos “lo uno, pero también lo otro”.
Qué absurdo es eso de ¿Eres de ciencias o de letras? ¿Te gusta la playa o la montaña? ¿Cuál es tu color favorito? ¿Cuál es tu plato favorito?
¿Acaso tienes que elegir sólo uno? A mí me gustan casi todos.
Escribo desde siempre. Aunque durante muchos años haya tenido este vicio aparcado y latente, incluso olvidado…escribir ha sido una constante en mi vida.
Siempre he necesitado escribir.
Siempre me ha salido escribir.
Escribo desde que tengo memoria. Escribía diarios, escribía cuentos, comienzos de novelas, obras de teatro (que dirigía e interpretaba luego en el cole), escribía canciones, poemas, blogs, artículos, relatos…y en mis peores momentos, lo único que me ha dado paz y dónde he podido volcar toda mi frustración, creatividad, miedos o aspiraciones ha sido así, escribiendo.
Fui una buena estudiante (de las de matrícula de honor) y en su momento, pese a que me gustaban cosas muy diversas y que nada tenían de relación unas con otras (quería ser periodista, cantante, actriz, escritora, investigadora científica, gran ejecutiva,…), esta única característica, el ser buena estudiante, fue la que marcó la decisión del camino que seguiría.
Si me preguntas el por qué, no lo sé demasiado bien. Imagino que esa Laura con 17 años y cargada de un bagaje emocional y de creencias limitantes como las que cargamos casi todos, pensó que lo más seguro era tirar por un camino en el que seguro le iría bien, porque…
…¿cómo alguien tan buena estudiante cómo yo no iba a hacer una carrera universitaria? ¿y cómo esta carrera no iba a ser, además, de ciencias? ¿y cómo esa carrera no iba a ser, además, difícil?
No había otra opción.
Y de verdad creí que era lo que quería. Y lo creí además durante mucho tiempo.
No me arrepiento. Arrepentirse sirve para poco. Apenas para autoflagelarse y regodearse en el dolor. Pero no se aprende nada de arrepentirse.
Además, me gustó lo que estudié, me abrió puertas a nuevos caminos y a mundos que tampoco sabía que existían. Me fue bien.
Pese a que hice una carrera que casi desde el principio supe que no era a lo que me quería dedicar, encontré la forma de ir derivando hacia caminos dónde podía encajar mejor, donde pude descubrir facetas dentro de una industria que también me resultaron apasionantes. Donde aprendí muchas herramientas y habilidades que considero importantes en la vida. Donde conseguí un nivel económico y de independencia que me han proporcionado poder aprender muchas cosas más, desarrollarme profesional y personalmente, viajar por gran parte del planeta, abrirme a otras experiencias y descubrir el mundo. A volar sola.
Pero siempre ha faltado algo.
Ese algo al principio es solo un cosquilleo leve. Muy de vez en cuando. Un picor molesto. Una incomodidad que aparece cada vez más recurrentemente.
Un me falta algo, pero no sé qué es. Nada, lo que pasa es que no tengo tiempo. Es que estoy cansada, claro, tengo mucho trabajo. Ya lo pensaré cuando tenga un momento. En las vacaciones ya me centro y me aclararé, fijo…
Y así.
He tenido demasiado tiempo apartada la creatividad de mi vida, hasta el punto de pensar que toda esa creatividad que yo tenía de niña ya no estaba y la había perdido. Hasta el punto de creer que yo había perdido mi esencia y mi capacidad de crear y apasionarme con lo que hago.
Y de repente, la vida.
Por casualidad (nada lo es) te golpea y te despierta. Y de repente lo ves todo claro. No fácil, pero sí claro.
No sé a dónde me llevará escribir este blog, ni retomar esta pasión, ni reemprender este camino. Pero quiero descubrirlo.
Estoy aquí porque he decidido que quiero reencontrarme con mi pasión y mi camino. Quiero retomar todo aquello que siempre fue mi esencia y que estuvo ahí, aunque no lo pudiese recordar.
Quiero escribir sobre lo que (me) pasa en el mundo.
Quiero comunicar mis ideas, mi opinión sobre las cosas.
Quiero buscar, para encontrar.
Quiero encontrar, para crecer.
Quiero crecer para compartir.
Quiero compartir para soñar.
Quiero soñar para vivir.
Quiero vivir para querer quedarme.
Quiero crear una comunidad de mentes inquietas, almas creativas, corazones curiosos y espíritus viajeros. Un universo para compartir, descubrir y soñar.
¿Te vienes?